Enviado por Javier – Madrid
Soy un chico gay de toda la vida. Sobre todo lo sabe mi familia y mis amigos, lo que para mí ya es más que suficiente. Si bien es cierto que este tema dejó de ser “tabú”, no es menos cierto que muchas personas aún tienen prejuicios, sobre todo en familias «muy conservadoras como la mía». De todas manera, me trae sin cuidado lo que piense esa panda de rancios. Esta historia que voy a contar me ocurrió hace poco con un amigo, al que, como a tantos otros, le costó asimilar su homosexualidad.
Esta es la historia con mi amigo Pablo. Nos conocemos desde hace cinco años y ya hace tiempo me había dado cuenta de su gusto por los hombres. No fue difícil, ya que rápidamente me reconocí en algunas de sus actitudes.
Fuimos una tarde a tomar algo y para terminar lo invité a mi casa a cenar. Seguimos bebiendo y conversando hasta que salió el tema de la sexualidad. Poco después, con la ayuda del vino, lo besé. Al principio mostró resistencia, pero rápidamente el beso fue ganando en intensidad y empezamos a quitarnos la ropa.
Le pregunté si era su primera vez y me dijo que no, cosa que me sorprendió bastante porque venía de una relación heterosexual de tres años, me confesó que había tenido relaciones sexuales con otros hombres estando con su ex pareja.
No tardó en sacar su lado más dominante, me mandó a callar y me comió de arriba abajo hasta detenerse en mitad de mi cuerpo. Lo hizo tan bien que demostró claramente que no era su primera vez. Luego fue mi turno.
Mi especialidad son las mamadas. Él estaba muy excitado. Y yo también, claro. Pablo me gustaba desde hacía mucho tiempo y me estaba ilusionando con este encuentro después de confirmarme su orientación sexual.
Estuvimos toda la noche sin parar, hubo sexo puro y duro, romántico, salvaje, como a mí me gusta. Lo probamos todo, incluso posturas que eran nuevas para mí. Soy un pasivo empedernido. No recuerdo bien cuánto tiempo estuvimos en la cama, pero fue mucho, estábamos muy borrachos, además, cuando lo pasas tan bien, pierdes la noción del tiempo.
Terminamos y se marchó, fue una noche muy intensa. Estoy deseando que vuelva y me ponga a cuatro como una perrita mirando para Cuenca.