Enviado por Nuria, Barcelona
Soy una mujer de 30 años. Hace 5 que estoy en pareja con un hombre, con el cual convivo. Todo marcha bien, a excepción del sexo. Como a millones de personas en todo el mundo, me encanta. Es por eso que, quizás, siempre estoy esperando un poco más de él. Hace tiempo que mi pareja no me satisface. Al mismo tiempo, fue creciendo mi interés por un amigo de la escuela secundaria, con quién me veo regularmente.
Así me tiré a mi amigo de toda la vida. Juan se había separado de su última pareja hacía unas semanas y estaba más guapo que nunca. En 15 años de amistad, nunca había pasado nada. Una noche mi novio tenía una fiesta de empresa, a la cual desistí ir.
Invité a Juan a casa con la excusa de que lo quería agasajar con un buen plato. Bebimos vino y la charla se fue poniendo cada vez más interesante. Cuando me dijo que le gustaba, no dudé en besarlo. Desde ahí, todo se descontroló.
Fuimos de inmediato a la habitación (la que comparto con mi pareja) y nos fuimos quitando la ropa con delicadeza. Al quitarme la ropa interior, me lo comió al completo. Estaba muy excitada. Se la chupé durante un buen rato (me encanta hacerlo) y lo monté, sí, lo monté del tirón, sin pensarlo dos veces.
Me gusta ser la que manda en la cama. Cambiamos de posición varias veces durante más de media hora. Lo hizo tan bien que le dije que terminara donde quisiera. Cuando se fue, no sentí culpa por montarle los cuernos a mi chico, todo lo contrario, sentí una enorme satisfacción.
Por fin un macho me había hecho correr. Hacía tiempo que quería sentir algo así y por fin lo había logrado. Han pasado ya varios meses desde este primer encuentro y todavía nos vemos a escondidas.