Enviado por Ricardo, 29 años Madrid
Siempre me masturbo pensando en ella, en mi chica, en su boca, su culo, su cuerpo… en ella, tan sexy…. en la cama con otro. O, mejor dicho, a otro tío tirándosela. Abriéndola de piernas y haciéndola gemir y llorar de placer.
Me excita imaginarla primero vestida y arreglada para matar, con los labios rojos, una falda oscura, medias a medio muslo. Y después convertirme en voyeur, mirar cómo seduce a otro tío, cómo se deja seducir, cómo él la desea, cómo ella se excita mientras le desabrocha la blusa, le mete la mano por debajo del sujetador y le remanga la falda.
Ella sentada sobre la mesa, la encimera de la cocina, el mostrador de la tienda… Cierro los ojos y la imagino gimiendo mientras le tira del pelo y le besa el cuello, mientras ella aprieta sus muslos calientes y mojados contra la bragueta de ese hombre, que no puede reprimir el deseo de penetrarla, empalmado y con ganas de metérsela hasta el alma.
Observo cómo ella le desabrocha el cinturón, el botón del pantalón y le baja la cremallera para agarrar esa pene duro, a punto de explotar. Y mete la mano y la toca, la masturba, se chupa los dedos, la palma de la mano y la frota de arriba abajo, contra sus bragas… para poco a poco retirarlas a un lado, con la respiración entrecortada, para mojar la punta con su propia humedad.
Entonces, ese hombre que está a punto de enloquecer, a punto de explotar, con el pene ya rozando los labios mojados, esa carne caliente, lista para recibirlo todo, la embiste con fuerza, agarrándola por las caderas, abrazando su cintura, y casi gritando de puro placer, mientras ella jadea, lasciva, generosa, sintiendo cómo la llena, con lujuria, con ansia.
Está tan buena, tan cachonda, tan fuera de sí… que así me corro, con ella, sobre ella, por ella, viéndola tan viciosa, con ganas, disfrutando de todo eso tan prohibido, todo lo que a ella le escandaliza… Con su boca abierta, sus piernas abiertas, medio desnuda, completamente suelta, mojada, caliente, egoísta y salvaje.
Soy un maldito Cornudo.